Un «desierto verde». 2009.
“Imaginaros un bosque enorme, alineado, con sus copas de los árboles verdes, haciendo frontera con las cada vez más reducidas selvas tropicales. Imaginaros que salís del camino y os adentráis en su interior con la intención de sacar fotografías o de grabar el paisaje. Lo primero que notáis es que no existe esa vegetación baja que se encuentra en la selva; es fácil andar, saber donde pone uno el pié. Parece ser cómodo. Pensáis que vais a disfrutar. Pero cuando habéis encontrado el lugar idóneo para inmortalizarlo y os paráis para enfocar, veis que algo ocurre, que hay algo anormal en el ambiente…un silencio aterrador atraviesa tus tímpanos y la intuición te dice que pasa algo serio en ese lugar. Y sí, una vez que intentas encontrar el motivo, rápidamente percibes que estás dentro de un bosque en silencio y que no escuchas ningún canto de pájaro, nada de nada. Todo silencio y cuando ves que con tu mirada tampoco ves aves volando por el cielo, comprendes que estas ante un bosque muerto, ante un monocultivo, un desierto verde”. Pedro Pozas Terrados, naturalista.
Día Internacional contra los Monocultivos de Árboles.
Un ‘desierto verde’ de jatrofa. 2009.
Las plantaciones de árboles destruyen enormes superficies de tierras. Su manejo a escala industrial desgasta los suelos y consume cantidades ingentes de agua. En su ambición de obtener ganancias, la industria de las plantaciones de árboles no conoce el respeto a la naturaleza ni a las personas que habitan las regiones por donde se extienden. Uruguay, Brasil, Papúa Nueva Guinea, Nigeria o, hasta cierto punto, la cercana Galicia (invadida por las plantaciones de eucaliptus), se enfrentan a esta sobresplotación que esquilma la tierra en menoscabo de todos.
Declaración Internacional.
Jatrofa (Jatropha curcas). Wikipedia.org.
En todas partes del mundo, millones de hectáreas de tierra productiva están siendo rápidamente convertidas en desiertos verdes presentados bajo el disfraz de “bosques”. En lugares legalmente desprotegidos comunidades locales son desplazadas para dar lugar a interminables filas de árboles idénticos –eucalipto, pino, palma aceitera, caucho, jatrofa y otras especies– que desplazan del lugar a casi toda otra forma de vida vegetal. La tierra cultivable, crucial para la soberanía alimentaria de las comunidades locales, es convertida en monocultivos de árboles que producen materias primas para exportación de grandes empresas madereras. Los recursos hídricos son contaminados y agotados por las plantaciones, al tiempo que los suelos se degradan. Las violaciones a los derechos humanos son moneda corriente en estos espacios y van, desde la pérdida de los medios de vida y el desplazamiento, hasta la represión e incluso se dan casos de tortura y muerte. Si bien las comunidades sufren en su conjunto, las plantaciones tienen impactos diferenciados de género, siendo las mujeres las más afectadas.
A pesar de toda la evidencia disponible acerca de los negativos impactos sociales y ambientales de estos monocultivos en países como Brasil, Sudáfrica, Estados Unidos, Indonesia, Malasia, Camboya, Colombia y España, continúan siendo promovidos por una coalición de actores que van desde la FAO hasta las agencias bilaterales, desde el Foro de las Naciones Unidas sobre Bosques hasta los gobiernos nacionales, desde empresas consultoras hasta bancos privados y de desarrollo.
El motivo real detrás de las acciones de estos actores es simple: pretenden apropiarse de la tierra de la gente para que empresas de celulosa y papel, madera, caucho, palma aceitera y, recientemente, también biochar, puedan acceder a la mayor cantidad de materias primas a precios más baratao para así aumentar aun más sus ganancias. El sobreconsumo despilfarrador de los productos de estas plantaciones por parte las naciones del próspero Norte tiene mucho que ver con esta expansión creciente.
Cartel. Manifestación contra el monocultivo en Brasil. 2008.
En respuesta a la publicidad adversa sobre los impactos de las plantaciones de árboles, las empresas han recurrido al uso de mecanismos de certificación, como el FSC (Consejo de Administración Forestal), PEFC (Programa para Avalar Esquemas de Certificación Forestal), la SFI (Iniciativa Forestal Sostenible), y la RSPO (Mesa Redonda de Aceite de Palma Sostenible, .los cuales les proporcionan credenciales “ecológicas” falsas que les permiten seguir con sus negocios de siempre.
El problema se ha agravado aún más con la llegada de nuevos actores del sector empresarial que apuntan a obtener beneficios del cambio climático, promoviendo erróneas soluciones a través del establecimiento de las llamadas plantaciones para “sumideros de carbono”, la promoción de los agrocombustibles – agrodiésel y etanol– y la introducción de árboles genéticamente modificados.
Sin embargo, los planes de las empresas se enfrentan a una oposición creciente. En un país tras otro, la gente se opone a la expansión de las plantaciones de árboles y un movimiento mundial ha crecido a lo largo de los años, unificando las numerosas luchas locales y ayudando a hacerse oír a quienes sufren por causa de las plantaciones.
En este Día Internacional Contra los Monocultivos de Árboles 2009, el mensaje es fuerte y claro: las plantaciones no son bosques: ¡detengan la expansión de los monocultivos de árboles!
Las plantaciones industriales de árboles no son bosques sino desiertos verdes.
Para dejar lugar a las plantaciones de árboles es necesario disminuir las superficies de cultivo, por lo que los campesinos tienen menos posibilidades de producir y de abastecerse de alimentos a nivel local. En este contexto las violaciones de los derechos humanos no son una excepción. Por diferentes métodos, en algunos países muchas veces violentos, la población es desplazada para dar paso a los desiertos verdes: filas interminables de árboles, todos iguales, plantados a distancias regulares. Incluso la «adera controlada, procedente de plantaciones“ es tan sólo una expresión biensonante con la que la industria de la celulosa, del papel, del contrachapado o de los agrocombustibles intentan evadir su responsabilidad en los daños que ocasionan.
¡Únete! ¡Firma la declaración!
Desiertos verdes. Monocultuvo.
Un conjunto de organizaciones internacionales ha elaborado una declaración solicitando que se frene la expansión de los monocultivos de árboles, la cual se entregará el día 21 de septiembre, primer día del otoño, a organismos nacionales e internacionales. Os animamos a adheriros a la declaración (el texto podéis leerlo arriba), ya sea a título individual o colectivo. Para firmar sólo necesitais enviar un email a WRM Movimiento por los Bosques Tropicales (World Rainforest Movement) desde su página web (en inglés, pero con traductor).
La recogida de firmas es urgente y finalizará el día 15 de septiembre por la noche (hora europea). También podéis encontrar algunos videos sobre monocultivos de árboles en la página argentina de la Unión de Asambleas Ciudadanas.
Finalmente, a aquellos que queráis saber más sobre los monocultivos de árboles, indicar que podéis encontrar más información en ‘Salva la selva‘, una organización internacional que promueve acciones de protesta en la línea de este artículo.
Un ecologista en El Bierzo.
Coexistencia de naranjas y melocotones en una sola parcela en Catadau (Valencia). 26 enero 2008. Wikipedia.org. Foto: Fev.
Desiertos verdes. 25/01/09. Igualdadsimios.blogspot.com.es.
La insostenibilidad de los cultivos agroindustriales como la palma de aceite. Ecologistasenaccion.org. Pdf.
Certificación Forestal “FSC” (Forest Stewardship Council, el Consejo de Administración. Forestal). Consumoresponsable.org.
WRM Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales. Wrm.org.
Maldonado 1858
11200 Montevideo – Uruguay
Tel: 598 2 413 2989 / Fax: 598 2 410 0985
Email: wrm@wrm.org.uy