Como algunos sabéis, o al menos quienes miráis mi Facebook, he estado mes y medio de trotamundos por las islas Canarias, y más en concreto por tres de ellas, todas pertenecientes a la provincia de Santa Cruz de Tenerife: El Hierro, La Gomera y La Palma. Es la segunda vez que las visito , y como quiera que me he quedado con ganas de volver, espero que algún día se haga realidad aquello de que no hay dos sin tres.
Para los que eguís en este blog, poco o nada acostumbrados a ver publicados en él artículos como éste, he de deciros que, en cierto modo, marca el inicio de un nuevo enfoque en mi bitácora, menos basado en la denuncia de la corrupción política y en la defensa del medio ambiente, que ha sido hasta ahora lo más habitual, y más en mis intereses particulares, así como en mis viajes. Lo cierto es que este artículo sobre Santa Cruz de La Palma, la hermosa ciudad que visité recientemente durante una semana, nació casi sin proponérmelo mientras elaboraba una nota para mi Facebook.
Un poco de historia.
Santa Cruz de La Palma, con una “ele” en mayúscula según lo prefieren los naturales, fue fundada en el 3 de mayo de 1493 con el nombre de Villa de Apurón, en una bahía que hacía de puerto natural, por el conquistador de La Palma y Tenerife, el hidalgo castellano-andaluz Alonso Fernández de Lugo (1456 – 1525). A él se le atribuye la incorporación definitiva de las islas Canarias a la Corona de Castilla en el siglo xv.
La capital palmera nació al pie de una impresionante masa rocosa que corresponde a un viejo cráter volcánico llamado ‘La Caldereta’, en la desembocadura del riachuelo donde se localizaba la cueva del antiguo jefe del reino de Tedote (la Cueva de Carías, al norte de la ciudad). La elección de este lugar para establecer la capital se debió, sobre todo, a las características portuarias del enclave, protegido de los vientos e idóneo para que recalasen los barcos.
Hoy Santa Cruz de La Palma es una ciudad dinámica que sorprende y cautiva por la hermosura de su casco antiguo, y en especial por su esplendorosa arquitectura colonial. Éste fue declarado Bien de Interés Cultural y Conjunto Histórico en 1975, y es precisamente la ciudad vieja la que ofrece la mejor estampa de la isla, trasmitiendo al visitante un sosiego que solo se pierde brevemente en la avenida que avanza paralela al puerto en dirección al sur (la Avenida de los Indianos) y en la que se encuentra una gasolinera y las paradas de las “guaguas”. Vamos, los tradicionales autobuses canarios.
Resulta notable que tan solo un siglo después de la conquista española la ciudad disfrutara ya de un notable desarrollo económico, gracias en especial a la exportación de caña de azúcar y a la construcción naval, favorecida esta última actividad por los numerosos bosques de la isla. Según informa la Guía Michelín, a la que me gusta recurrir por lo escueto de sus opiniones, en el siglo XVI la capital de la isla de La Palma llegó a convertirse en uno de los puertos españoles más importantes.
Al viajero, la zona de la ciudad que más le interesa conocer es, a mi juicio, la correspondiente al casco antiguo. Es decir, aquella que se extiende entre la Avenida Marítima, construida hace tan solo unas décadas, y las verticales paredes del antiguo volcán. Es en efecto en esta zona donde esta ciudad apacible despliega lo mejor de su arquitectura colonial, y en la que exhibe elegantes y floridas fachadas que adornan balcones fabricados con madera de tea. Balcones que, curiosamente, formaban entonces la parte trasera de las viviendas. Además, es en esta zona, y en la Avenida Marítima inmediata, que el Océano Atlántico besa, donde el viajero encontrará las terrazas más agradables para saborear un momento de asueto, beber un trago o saciar su hambre en algún restaurante típico.
En los últimos años la economía de La Palma se ha visto favorecida por un turismo estable, desde luego extensible al resto del archipiélago, que en la capital palmera ofrece a los bañistas una recién estrenada, y muy cuidada, playa de arena negra, situada delante de la Avenida Marítima Y del puerto. Esta nueva playa es la que ha sustituido a la anterior de guijarros conocida como ‘La Caleta del Varadero’. La obra, puede asegurarse, ha contribuido a cambiar por completo la fisonomía de la ciudad, mejorándola notablemente. Pero no olvidemos tampoco que ésta cuenta, a tan solo tres o cuatro kilómetros de distancia del nuevo arenal, con la muy turística Playa de los Cancajos, un enclave muy solicitado y popular.
Como curiosidad comentaré que Santa Cruz de La Palma tiene privilegio de contar con el primer ayuntamiento de España elegido democráticamente, localizado en lo que hoy se conoce como Cueva de Carías, según lo afirma una placa colocada en la entrada del actual Ayuntamiento. A destacar también que en 1936, al producirse el levantamiento militar que cmarcaría el inicio de la «Guerra Incivil», la isla de La Palma se resistió al golpe y mantuvo la legalidad republicana hasta el 25 de julio, momento en el que llegó a la ciudad de Santa Cruz de La Palma el cañonero Canalejas. Este episodio es conocido con el nombre de «La Semana Roja«.
El cura Díaz.
Como monumentos destacable de Santa Cruz situaría la Iglesia de El Salvador, del siglo XVI, enclavada en la recoleta Plaza de España, y a cuyo interior se accede por una gran escalinata de piedra. En esta plaza destaca la presencia de una estatua situada sobre un elevado pedestal: la del cura párroco Manuel Díaz Hernández (1774 – 1865). Natural de Santa Cruz de La Palma, Díaz Hernández fue ordenado sacerdote en 1789, el mismo año en que se produjo la Revolución Francesa, cuya influencia sin duda conoció. De talante liberal e ilustrado, escribió como predicador varios exhortos y cultivó la escultura, la pintura y la música.
Al producirse el levantamiento de Riego, e instaurarse el liberalismo en España con una nueva Constitución, publicó en Madrid un «Exhorto» (1822) en el que dejó ver claramente sus ideas políticas. Es por lo que, tras la involución política de 1823, fue procesado y desterrado a la isla de Tenerife, en donde permaneció durante once años. Cuando sus detractores del Partido Apostólico abandonaron el poder en 1835 por fin pudo regresar a La Palma, donde continuó con su comprometida labor pastoral en la parroquia de El Salvador.
Treinta y dos años después de su óbito, corriendo el año 1897, se colocó en la plaza frente a la iglesia, una escultura en bronce dedicada a su memoria. Se trata de la primera estatua erigida a un canario en el archipiélago y, también, la primera dedicada a alguien de la sociedad civil.
Manuel Díaz Hernández fue nombrado Académico Honorario de la Real Academia Canaria de Bellas Artes (RACBA) en 1850. Destaco que su estatua se realizó gracias a iniciativa de los masones palmeros, pues en ella figuran símbolos masónicos que han hecho pensar también en su vinculación con alguna logia de La Palma (o tal vez de Tenerife, durante o después de su destierro), lo que no ha sido probado documentalmente. Pero lo que sí es cierto que fueron masones de alto grado quienes lo honraron públicamente tras su muerte.
La parroquia de El Salvador ofrece un horario amplio de visitas, lo que permite al viajero disfrutar sin agobios de la quietud del templo y admirar, también con tranquilidad, sus más que notables artesonados. A destacar, asimismo, la existencia de una bella bóveda gótica en la sacristía.
El Real Convento de la Inmaculada Concepción.
La otra plaza de obligada visita es la de San Francisco, donde encontraremos lo que antaño fue el real convento franciscano de la Inmaculada Concepción, fundado en 1508 por esa orden monástica. En la actualidad se nos permite caminar por su espléndido, soleado y aséptico claustro mayor, así como utilizar una notable escalinata de madera para subir a la primera planta del edificio, donde se exponen diversas muestras. La iglesia aledaña, dedicada a San Francisco de Asís y edificada entre los siglos XVI y XVIII, es una de las primeras muestras del arte renacentista en las Islas Afortunadas.
La plaza donde se ubica este conjunto resulta muy agradable. El suelo de la plaza, está agradablemente empedrado con miles de cantos rodados, y es una auténtica maravilla. El ágora cuenta además con una hermosa fuente de cantería que sirve para refrescar el ambiente en los días calurosos y en cuya pila nadan pequeños peces que aportan una nota de color.
Un episodio curioso relacionado con el convento de la Concepción, del que me enteré a la postre, es el protagonizado involuntariamente por un pastor de Garafía, Baltasar Martín (1520-1553). Es un suceso histórico que una lápida, prsente en algún lugar próximo a la entrada y que casi se me pasa desapercibida, nos recuerda. Sucedió en 1553 cuando este patriota canario defendió heroicamente a Santa Cruz de la Palma del ataque del temible corsario francés François Leclerc, también conocido como “Pata de Palo”. El 21 de julio de ese año, al frente de un contingente de unos setecientos hombres, este último saqueó e incendió la que era una muy próspera población.
El joven garafiano logró convencer a los locales, que habían huido ante la presencia de los piratas, de presentar batalla, armándolos y logrando que estos les forzaran a reembarcarse. Por desgracia, el pastor falleció en el acto cuando, habiendo venido a agradecer a los santos la victoria y encontrándose frente a la puerta del templo, recibió en la cabeza el impacto de un ladrillo lanzado por un monje que le confundió con uno de los facinerosos.
Exposición de Carmen Arozena.
En cuanto al convento, éste sirve hoy de sede al Museo Insular de La Palma, exponiéndose en sus diversas salas interesantes colecciones de ciencias naturales, etnografía y también valiosas muestras de arte pictórico.
A notar que en el momento de mi visita había una exposición, organizada por el Cabildo, sobre el desarrollo histórico de la telefonía en la isla, la cual incluía la muestra de diversos y curiosos modelos de teléfonos o de centralitas de otras épocas.
Os recomiendo, de una manera especial, la visita de la sala dedicada a las ciencias naturales, que es de una riqueza que apabulla.
Interesante es también la exposición dedicada a la pintora y grabadora local Carmen Arozena (1917 – 1963), quien llegó a colaborar con artistas de la talla de Miró, Matta, Yves Tanguy, Max Ernst, André Masson o Jackson Pollock.
El convento franciscano alberga además el Archivo General de La Palma, que guarda documentación que va desde el siglo XVI hasta hoy. Y también da cobijo a la Biblioteca Insular José Pérez Vidal, dedicada a eminente filólogo, etnólogo e historiador canario (1907-1991), la cual atesora la documentación reunida en vida por éste.
Una exposición que llamó mi atención fue la dedicada a Juan Bautista Fierro y Van de Walle (1841 – 1930), acuarelista que en la segunda mitad del siglo XIX plasmó en una serie de ingenuas y a la vez realistas estampas la indumentaria tradicional en diversos términos de la isla. Recoge así representaciones de Punta Gorda, Garafía, Tijarafe, Tazacorte, Las Breñas, Maso, Puntallana, Los Sauces y Barlovento, divididas en tres grandes grupos de acuerdo a su funcionalidad: trajes de faena, trajes de gala y trajes de manto y saya.
Y es que mientras que en las demás islas las ropas siguieron su propia evolución, en La Palma perduraron ciertos arcaísmos, de muy alto valor etnográfico, de los cuales dan fe las prendas – algunas exhibidas aquí- que aún se conservan.
La visita de la iglesia no tiene coste alguno y la del convento cuesta dos euros, los cuales me fueron perdonados al resultar gratuita para mayores de sesenta años. Un detalle que ensalcé, ya que no es muy habitual en la isla. Sin duda, tal y como argumenté, la extensión de tal práctica contribuiría a favorecer el turismo y de paso la calidad de vida de los jubilados.
Otras sedes a las que da cobijo el antiguo convento son las de las de la Escuela Insular de Música y del Taller Insular de Restauración de Pintura y Escultura.
Otra exposición que también me causó una muy grata impresión, fue la que celebrada en la Casa Salazar, otro edificio notable sito en la zona antigua, dedicada a nuestro genial escritor Miguel de Cervantes Saavedra con motivo del cuatrocientos aniversario de su muerte.
Deambulando por la parte vieja de la ciudad, entre la calle Anselmo Pérez de Brito y la Avenida Marítima, en una calle de corto recorrido encontraremos la estatua en bronce de José Francisco de Arce y Rojas. Este reverendo padre, que aparece junto a un niño de aspecto amerindio, nació en la capital palmera el día 8 de noviembre de 1651 y aunque su historia es poco conocida resulta, desde luego, muy relevante. El jesuita llevó a término un enorme y difícil trabajo de evangelización en las misiones del Nuevo Mundo, en Uruguay, Argentina, Paraguay y Bolivia.
Un ecologista en El Bierzo.
Santa Cruz de La Palma estrena playa. 19/04/17. Huffingtonpost.es.
La Casa Principal de Salazar alberga la exposición ‘Miguel de Cervantes Saavedra, embajador de España’. 11/05/17. Mundolapalma.es.
Iglesia Matriz de El Salvador (Santa Cruz de La Palma). Wikipedia.org.
Parroquía San Fsco. de Asís. Lapalmabiosfera.es.
Díaz Hernández, Manuel. Racba.es.
El siglo en que nació “Diario de Avisos”. 02/11/10. Lapalmaislaadentro.wordpress.com.
Reverendo Padre don José de Arce y Rojas. Un mártir palmero. 25/10/05. Bienmesabe.org.
Personajes destacados de La Palma. Palmerosenelmundo.com.