El pasado jueves -día 3- falleció mi primo carnal Julio Fernández Manzano, a la edad de 65 años. Hacía tiempo que seguía un tratamiento en un centro privado tras sufrir un ictus cerebral.
Comento esta noticia tanto por mi vinculación afectiva con él, ya que siendo niños compartimos unas cuantas aventuras, incluida la de participar, dentro de la misma escuadra, en uno de los campamentos de la Organización Juvenil Española (OJE). Pero también algunas salidas por El Bierzo, organizadas por mi tío, Ángel Manzano Casas. De ellas recuerdo con especial intensidad las efectuadas al Monasterio de Montes, entonces en ruinas (todavía en parte hoy), pero también otras durante cuyo trascurso nos dedicábamos a buscar fragmentos de tejas romanas que localizábamos en los campos bercianos. Un preludio de lo que luego sería la gran pasión de mi pariente cercano: el estudio arqueológico de la meseta norte ibérica.
En realidad, pese a mi gran afecto por mi primo, he de decir que por diversas circunstancias de la vida no llegamos a vernos con tanta frecuencia como hubiera sido de mi agrado. Siendo bastante joven, por consideraciones familiares y laborales, él fijó su residencia a Valladolid, la principal ciudad desde la que ejerció su reconocido magisterio. Sin embargo, pese a esta distancia, que un mayor alejamiento geográfico llegó a acentuar, siempre mantuvimos una cordial amistad.
He de destacar que la relación de mi primo con El Bierzo fue siempre muy relevante, tanto por la atracción que esta comarca ejercía sobre él como desde el punto de vista profesional, ya que Julio fue uno de los artífices del Plan Director de Las Médulas. Pero también por sus prospecciones arqueológicas en el Castro de Borrenes, y creo que también en el de San Juan de Paluezas (El Castrelín), así como los estudios que dedicó a diversos hallazgos arqueológicos realizados en la comarca. De sus investigaciones tuvo la ocasión de informar en alguna conferencia organizada por el Instituto de Estudios Bercianos (IEB) celebrada en la capital berciana.
“La cultura no se debe medir nunca por criterios meramente economicistas”.
No fue hasta época reciente que me apercibí que mi primo también mantuvo una opinión personal sobre la cantera de Catisa, cuyo monstruoso desarrollo desluce todavía hoy día la vista panorámica de Las Médulas desde el Mirador de Orellán. Según publicó el ‘Diario de León’, mi primo preconizó el traslado de la mina de áridos a otra parte para no perjudicar los puestos de trabajo existentes. Sin embargo, por casualidades de la vida, acabaría siendo la asociación en la que yo aún milito la que acabaría por dar la puntilla a la cantera, cuando ésta se veía ya muy debilitada por la intervención de la Fiscalía de Medio Ambiente.
Carrera docente de Julio Fernández Manzano.
Aunque natural de Ponferrada (ambos nacimos en el mismo edificio de la Calle del Cristo), Fernández Manzano desarrolló la práctica totalidad de su carrera docente en la Universidad de Valladolid, donde se licenció en Filosofía y Letras y en 1983 se doctoró con la tesis ‘Armas y útiles metálicos del Bronce Final en la Meseta Norte’. Tras unos años como profesor ayudante en Valladolid, en 1987 obtuvo la plaza de profesor titular de Prehistoria en la Universidad de Cantabria, pero regresó tres cursos más tarde a la capital vallisoletana.
Especialista en la metalurgia de la Edad del Bronce, impulsó importantes proyectos y equipos de investigación en Las Médulas, junto a Francisco Javier Sánchez Palencia y María Dolores Fernández-Posse. En 2007 obtuvo la cátedra de Prehistoria de la Universidad vallisoletana, área adscrita al Departamento de Prehistoria, Arqueología, Antropología Social y Ciencias y Técnicas Historiográficas. Además, también desempeñó el cargo de vicedecano de Ordenación Académica de la Facultad de Filosofía y Letras.
Fernández Manzano impulsó relevantes investigaciones sobre la Edad del Bronce en Castilla y León, algunas en colaboración con Germán Delibes; y a partir de 2006 dirigió, junto al citado Delibes, José Ignacio Herrán y Manuel Crespo, la campaña de excavaciones arqueológicas en el pago ‘El Palomar’, en el Centro de Interpretación de la Naturaleza de Matallana.
Publicaciones científicas.
Entre las publicaciones de mi primo sobresalen el capítulo dedicado a la Prehistoria en el Valle del Duero, escrito junto a Germán Delibes en la famosa ‘Historia de Castilla y León’ de la editorial Ámbito (1984); ‘Armas útiles metálicos del Bronce final en la Meseta Norte’ (1984); o ‘Mineros y Fundidores en el inicio de la Edad de los Metales. El midi francés y el norte de la Península Ibérica’ (2003).
Hace unos pocos días estuve visitando el Museo Arqueológico de Cáceres. Allí pude ver expuestas diversas lápidas romanas con sus preceptivos epitafios, tal y como era frecuente en ese tipo de manifestaciones funerarias. Observé que en varias de ellas aparece escrita la frase: “Que la tierra le sea leve”, dedicada al difunto. Es lo que le deseo de todo corazón al amigo cuyo cálido abrazo me va a faltar.
Aquellos interesados en conocer más a fondo los escritos e investigaciones de Julio Fernández Manzano podrán consultarlas aquí.
Un ecologista en El Bierzo.
Fallece el catedrático de Prehistoria Julio Fernández Manzano. 03/08/17. Elnortecastilla.es.
Un arqueólogo del plan director defiende el traslado de la explotación. 02/07/04. Diariodeleon.es.