La trágica gesta del monte Medulio es representativa del espíritu indómito de los pobladores celtíberos, en justa comparación con otras como la de Numancia, ya que en ambos casos las tribus vencidas por la fuerza avasalladora del Imperio romano prefirieron darse muerte antes que convertirse en esclavos y renunciar así a su libertad.
Más de un siglo separan ambos hechos, acaecidos antes del inicio cronológico de nuestra época, pero algo parece unirlos de una manera única e innegable, y es ese amor por la tierra y la independencia individual, sentimientos de los que también hizo demostración otro líder carismático de la lucha contra la opresión romana: Viriato.
Viriato pertenecía a la tribu de los lusitanos (en un momento en que aún no existían ni España ni Portugal, tal y como los conocemos en la actualidad, y cuando los romanos llamaban Hispania al vasto territorio peninsular celtibérico). La polémica sobre si era español o portugués se ha demostrado carente de sentido, ya que el territorio de nacimiento y actuación militar del caudillo, en el sureste peninsular, no se puede situar con precisión.
Más claro parece estar el origen de los numantinos, aunque todavía subsista la duda sobre si este pueblo, también celtíbero, pertenecía a la tribu de los pelendones o a los arévacos. Plinio el Viejo afirma que la ciudad era pelendona, mientras que otros autores, como Estrabón y Ptolomeo, la sitúan entre los arévacos. Sobre el origen etimológico de Numancia parece, sin embargo, haber menos discusión, considerándose como una palabra celta de origen indoeuropeo que significaría pastos extensos y amplios. Lo que coincide con la descripción física del lugar.
Cuentan las crónicas romanas que, tras más de veinte años repeliendo los insistentes ataques romanos, Numancia terminó por sucumbir ante las legiones romanas comandadas por Publio Cornelio Escipión Emiliano después de un largo asedio. Y que, tras agotarse sus víveres, los numantinos decidieron poner fin a la situación entregándose algunos a Roma en condición de esclavos mientras que la mayoría prefirió suicidarse. Un hecho que sucedió en el año 133 a. C.
El monte Medulio.
Hace ya muchos años que el monte Medulio (Mons Medullius, en latín) aparece ligado a la mitología gallega y berciana, en relación con la resistencia indómita de los pueblos del noroeste ibérico contra las cohortes romanas. Esto es así porque, según las fuentes clásicas, fue en este enclave, a día de hoy todavía indeterminado, que se produjo la última batalla entre las legiones imperiales comandadas por los tribunos Cayo Furnio y Publio Carisio, y los bravos guerreros galaicos, astures y cántabros.
Sobre la importancia que los romanos concedieron a estos combates, conocidos como Guerras Astur-cántabras (29 a. C.-19 a. C.), baste decir que fue la única operación militar que el emperador Cayo Julio César Augusto dirigió personalmente.
Como dije antes, la situación geográfica del monte Medulio continúa siendo todavía controvertida, siendo múltiples localizaciones y montes de la geografía norpeninsular, candidatos a haber albergado el histórico monte, convertido en un icono de tintes mitológicos por la tradición popular de las gentes de Galicia y el Bierzo.
En contraposición, hay una clara constancia escrita de que estos hechos dramáticos acontecieron en el año 22 a. C. La victoria romana, sin embargo, no aportó a Roma más que un montón de cadáveres como resultado del suicidio colectivo de los defensores de su tierra, ya que las tribus en liza acostumbraban a vivir austeramente y no solían acumular metales preciosos ni joyas.
Los galaicos fueron un conjunto de pueblos celtas y preceltas afincados en Gallaecia, en el noroeste de la península ibérica. Ocuparon la práctica totalidad de lo que hoy es Galicia, exceptuando las comarcas de Valdeorras y Trives en Orense, habitadas por astures gigurros y tiburos, respectivamente, y la parte de los Ancares lucenses, que estaban ocupados por los astures lougeos.
Al este se extendían por la actual autonomía asturiana, marcando su frontera con los astures en el río Navia. Hacia el sur ocupaban el norte de Portugal hasta el río Duero, donde tenían establecida su frontera con los Turduli veteres y los lusitanos.
Sobre la ubicación del monte Medulio.
Ante la inconcreción de los datos documentales disponibles ciertos autores han ubicado el monte Medulio en la zona montañosa del concejo de Lena, en Asturias, mientras que otros han defendido que se encontraría en el Picu Cervera, en el Castro Meduales, situado en Belmonte de Miranda (Asturias).
Otras hipótesis sobre la situación de este monte, símbolo de la bravura de las tribus autóctonas, lo emplazan en una franja situada en el límite del Bierzo (León) con Galicia, en concreto en la sierra de la Encina de la Lastra, que se encuentra situada a caballo entre la comarca berciana y la orensana de Valdeorras. De hecho, todo parece indicar la existencia de un parentesco toponímico entre el monte Medulio y Las Médulas, las gigantescas explotaciones auríferas romanas hoy convertidas en Patrimonio de la Humanidad y situadas en un espacio cercano.
Algunas investigaciones ulteriores han concluido en situar esta misteriosa montaña en los Ancares, en concreto en la sierra del Courel, en la inmediaciones fronterizas entre El Bierzo y la provincia lucense.
Pero éstas no son las únicas interpretaciones, debido a que el cronista romano Paulo Orosio situó el monte en las inmediaciones del río “Minio” o Miño. Una opción que ha sido rebatida por Vicente Risco y también por el Padre Sarmiento. Estos estudiosos argumentan que en realidad, la mención “Minio” hace alusión al río Sil, que habría sido confundido por el cronista romano con el Miño. Parece incuestionable que el Sil hasta la Edad Media era el ‘Minnio’, ya que existen testimonios escritos que así afirman.
Otra reciente teoría especula con su ubicación en Pereiro de Aguiar, (Orense), en un monte que lleva por nombre «O Castelo», y en el que, al pie de un antiguo camino real llamado «Portocarro» se puede leer, grabada en una gran roca, la inscripción «Sicenata Pacata» (quietos y pacificados), en caracteres latinos e indígenas. Además, sirve de sustento a esta teoría la frase del historiador Orosio «Ulteriores Gallaeciae Partes”, que identificaría, según los autores, la parte oriental de la Gallaecia romana,que era algo mayor a la Galicia actual.
A favor de otro sitio que pudiera responder a la descripción de la cruenta batalla hay también defensores, aunque cada vez menos, hay quién afirma que el mítico monte se correspondería con el monte Medelo, en Santa Cruz de Arrabaldo (en Orense), que cuenta con el argumento de la toponimia a su favor, o incluso con Cabeza de Meda (en Baja Limia), los montes Aloia (en Tuy) o Santa Tegra de La Guardia (en Pontevedra), este último defendido por Shulten.
Aunque modernos estudios establecen una premisa aparentemente más razonable según la cual el “Medulio” sería uno de los montes de la sierra del Caurel, exactamente el monte Cido. Argumentan los defensores de esta opción que el orónimo del monte derivaría de la voz latina “Occidio”, en su significado más horrendo de matanza o carnicería. Además, todavía hoy se pueden apreciar en la zona restos ostensibles de un foso o zanja como la que los romanos pudieron excavaron para sitiar o cercar el monte. Por otra parte, se han descubierto vestigios romanos en este entorno, como por ejemplo un águila imperial de bronce procedente de un estandarte romano. Esta localización se ve respaldada la situación de difícil acceso del Caurel y su situación entre varios campamentos romanos de la época, Lugo, Astorga y Braga, además de la profusión en los alrededores de tejos, árboles del cual supuestamente tomaron el veneno mortal, en los alrededores del monte.
La información clásica.
Le corresponde al historiador romano Lucio Anneo Floro la narración de la batalla del monte Medulio: “…Por último tuvo lugar el asedio del Monte Medulio, sobre el cual, después de haberlo cercado con un foso continuo de quince millas, avanzaron a un tiempo los romanos por todas partes. Cuando los bárbaros se ven reducidos a extrema necesidad, a porfía, en medio de un festín, se dieron la muerte con el fuego, la espada y el veneno que allí acostumbran a extraer de los tejos. Así la mayor parte se libró de la cautividad que a una gente hasta entonces indómita parecía más intolerable que la muerte…”.
En opinión del Padre Sarmiento y de Vicente Risco, unos ingirieron el veneno procedente del tejo, mientras que otros se habrían arrojado al fuego de una inmensa hoguera o se habrían dado muerte con sus espadas, tras un gran banquete y bajo los efectos de la embriaguez.
El poeta español en lengua gallega Ramón Cabanillas Enríquez (Cambados, 3 de junio de 1876 – ibídem, 9 de noviembre de 1959), miembro de la Real Academia Gallega, escribió un poema titulado ‘Canto á bandeira galega’ (Canto a la bandera gallega), en su colección-poemario de 1917, denominado “Da terra asoballada”:
“O día do Medulio
con sangue quente e roxa
mercámo-lo dereito
á libre honrada chouza!”
Un ecologista en El Bierzo.
Las guerras cántabras. Viapraetoria.wordpress.com.
Las Guerras Cántabras III – El monte Medulio y el abrazo del tejo. 2012. Haraldwartooth.es .
O monte Cido. 12/07/04. Manuelgago.org.